Después de invadir medio planeta, los plásticos están ya en nuestro organismo

  Era de esperar que el plástico que los humanos producimos y desperdiciamos volviese a nosotros y ya lo ha hecho: ha llegado a nuestro intestino. Así lo constata un estudio piloto liderado por la Universidad Médica de Viena cuyos resultados se acaban de presentar: en las heces de todos los participantes -de países tan distantes como Rusia, Japón o Reino Unido- se encontraron partículas de hasta 9 tipos de plástico, sobre todo tereftalato de polietileno (PET) muy utilizado en envases de bebidas y textiles, y polipropileno (PP) usado en el envasado de alimentos y en los tapones de las botellas. Siendo cierto que la muestra es pequeña (solo 8 personas), la diversidad geográfica y la variedad de plásticos detectados llevan a los investigadores a urgir que se determine el impacto de estos materiales en nuestra salud. A expertos en medioambiente como Alistair Boxall, de la británica Universidad de York, no les sorprenden los resultados: recuerda que se han encontrado microplásticos en pescados y mariscos, en agua embotellada y del grifo, o en la cerveza. También en la sal: una investigación a nivel internacional comandada por expertos surcoreanos, con la participación de Greenpeace, ha confirmado hace poco la presencia de microplásticos en más del 90% de las marcas analizadas. Hace un año, especialistas de la Universidad de Alicante comprobaban que la sal producida en las salinas españolas contiene plástico en diferentes concentraciones. Otro estudio reciente de la Universidad de Almería demuestra que los envases de plástico pueden transferir a los alimentos sustancias químicas cuyo impacto en la salud todavía se desconoce: sustancias no autorizadas para el uso y la fabricación de envases destinados a la alimentación que se generan porque el material usado se deteriora por procesos de degradación, por interacciones entre los distintos componentes o por las impurezas de la materia prima.

  Organizaciones como Greenpeace llevan tiempo llamando a detener la contaminación por plástico desde su origen: “para el planeta y para la salud de las personas es fundamental que las empresas reduzcan su dependencia de los plásticos y eliminen los desechables de inmediato”, en palabras de Julio Barea, que reconoce que los consumidores tenemos nuestra parte de culpa y pide una mayor concienciación. Explica que ellos no tienen una campaña contra el plástico per se -que consideran imprescindible en ámbitos fundamentales como el médico- sino contra el abuso y el mal uso que se hace de él. Destacando que casi todos los plásticos (también los biodegradables) se sintetizan a partir de derivados químicos del petróleo -porque los costes son menores-, cuenta que en la última década se han producido más que en toda la historia y que en 2020 se espera que se superen los 500 millones de toneladas anuales, un 900% más que en 1980; y eso sabiendo que el sistema de gestión de residuos se ha demostrado ineficaz: según la propia patronal del plástico, en la UE (segundo productor mundial después de China) apenas se recicla un tercio de los residuos; también en España, donde casi la mitad acaba en vertederos. “Con lo que no se recupera podrían llenarse tantos camiones de basura que, colocados en fila, cubrirían la distancia entre Madrid y París”.

HAY QUE ACTUAR YA

  Por eso es necesario actuar. Y es algo que han comprendido incluso los miembros del Parlamento Europeo, que la semana pasada aprobaban por amplísima mayoría un proyecto de directiva comunitaria que apuesta por prohibir en 2021 los productos plásticos de usar y tirar más utilizados (que suponen casi la mitad de la basura marina que aparece en las playas) para los que existen alternativas, como los platos y los cubiertos, las pajitas y los removedores, o los bastoncillos para los oídos. Obliga a los Estados a tomar medidas para reducir un 25% el consumo de envases de alimentos (hamburguesas, frutas, etc.) y de vasos; fija objetivos de recuperación y reciclaje de aparejos de pesca y llama a recoger por separado el 90% de los envases de bebidas, así como a garantizar que se produzcan con un tercio de material reciclado para 2025. También insta al productor a asumir el coste de la gestión de los residuos y de las iniciativas de sensibilización, avalando además los sistemas de depósito y retorno de envases, con la idea de que propicien el uso de materiales de calidad y perdurables. “Esto ahora mismo no sucede”, según Julio Barea, “porque, al estar todo mezclado, lo reciclado es de tan escasa calidad que aquí prácticamente no tiene salida, y una parte importante acaba en países del Tercer Mundo sin que a nadie le importe su destino final”. Y añade que “ni mucho menos se puede reciclar infinitamente”.

  Greenpeace, como otros colectivos ambientales y sociales, consideran histórico el paso dado por la Eurocámara ya que incluye la práctica totalidad de sus reclamaciones; pero avisan de que van a estar vigilantes para que no haya rebajas en la negociación a tres bandas (Gobiernos, Parlamento Europeo y CE) de la futura ley, que debería estar lista antes de las elecciones comunitarias del próximo mes de mayo, pues denuncian presiones a los Ejecutivos de los grandes grupos productores y consumidores de plástico. Para estos grupos, el proyecto de directiva aprobado los responsabiliza en exclusiva por conductas inapropiadas que -dicen- van mas allá de su control. La industria -que destaca que crea en la Unión Europea más de 1,5 millones de empleos directos y genera un volumen de negocio que, en 2016, se acercó a los 350.000 millones de euros- defiende los avances en su compromiso con el medioambiente y sostiene que los materiales plásticos ahorran muchos más recursos de los que se usan para su producción, contribuyendo a la sostenibilidad ambiental. Pide que los esfuerzos se centren en fomentar el consumo responsable y en concienciar para evitar el abandono de estos productos, así como en mejorar los sistemas de recogida y gestión.

LA REUTILIZACIÓN Y REDUCIR EL CONSUMO, LAS CLAVES

  Asegura Julio Barea que es de justicia que los que obtienen beneficios económicos de ellos se hagan cargo de todos esos envases que están causando un enorme problema a nivel planetario: “se socializa la contaminación, pero los beneficios son particulares”. Afirma que es de justicia y de ley: recuerda que ya la Ley de Envases de 1997 los instaba a poner en marcha un sistema de depósito y retorno, ofreciéndoles la posibilidad de no hacerlo si participaban en un sistema integrado de gestión cuyos costes debían asumir, y explica que fue esto último lo que hicieron “al ser lo que les salía más barato”, más todavía teniendo en cuenta que al final son las Administraciones (es decir, nosotros con nuestros impuestos) las que acaban corriendo con buena parte de los gastos.

  En Greenpeace -como los europarlamentarios- apuestan por volver a ese sistema de retorno de envases que existió hace varias décadas en España y que existe hoy en día en varios países. Están convencidos de que premiando a quienes lo hacen bien se conseguiría recuperar, reutilizar y poner de nuevo en el mercado ese 90% de los envases de bebidas que marca el proyecto de directiva aprobado, envases que son los más consumidos fuera del hogar y por tanto los que más se abandonan. Y destacan que esa opción la recogen ya normas autonómicas como la aprobada en Navarra y la que se va a aprobar en Baleares. Dan una cifra: cada día se ponen a la venta en España 50 millones de envases de este tipo de los que solo se recuperan (que no todos se reciclan) 20, “lo que significa que tienes 30 millones contaminando. Un dato demoledor”.

  Y es que la reutilización es para Greenpeace la clave en la gestión de residuos, porque reciclar -por lo que hemos dicho- no es suficiente: “hay que reciclar, sí, pero sobre todo reutilizar y reducir lo que consumimos, porque consumimos demasiado, y no estamos hablando solo de plástico”. Cuenta Julio Barea que llevamos décadas consumiendo materiales plásticos “muy alegremente, sin preocuparnos por nada” y explica que “ahora todas las alarmas se han encendido” porque incluso el mar, que ocupa tres cuartas partes de la superficie del planeta, se está viendo colmado por estos residuos: cada año acaban en él hasta 12 millones de toneladas, el equivalente a un camión de la basura lleno de plásticos por minuto. “Y esos residuos no se pueden limpiar”. Se calcula que el hilo de pesca tarda unos 600 años en descomponerse, una botella de plástico alrededor de 500, un mechero 100 y una bolsa 55. Tengámoslo muy en cuenta.

P.S. Greenpeace nos recuerda que podemos mudar hábitos para que los plásticos dejen de inundar nuestra vida. Ahí van algunos ejemplos:

Cambiar las bolsas de plástico por otras reutilizables, por carros o por cestas.

.  Sustituir vasos, platos y cubiertos de plástico por nuestros utensilios de cocina habituales, y llevar la olla cuando compremos comida para llevar.

.  Apostar por recipientes de acero inoxidable o vidrio en lugar de por tápers.

.  Evitar el exceso de envoltorio cuando compramos alimentos.

.  Elegir bebidas en envases de vidrio.

.  Beber agua del grifo mejor que embotellada en plástico.

.  Dejar las maquinillas de afeitar desechables y apostar por la máquina eléctrica.

.  Evitar los productos cosméticos que tengan microesferas de plástico en su composición. Es el caso de muchos exfoliantes, pero los hay que las sustituyen por componentes naturales como arcilla o cáscaras de frutos secos.

.  Buscar juguetes de madera, de tela, o de látex y caucho natural.

6 comentarios en “Después de invadir medio planeta, los plásticos están ya en nuestro organismo

  1. Gracias por recordarnos la gravedad de la situación y la importancia de que cada uno de nosotros aportemos nuestro granito de arena. Es desalentador el panorama actual, pero artículos como el tuyo nos recuerda que la responsabilidad recae en cada uno de nosotros.

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  2. Realmente es un tema complicado de solucionar. Nuestra dependencia de los plásticos es muy grande y en muchos campos se carece de alternativas biodegradables válidas, así que cualquier campaña de concienciación es importante. Creo que el proyecto del pago -aunque sea una cantidad simbólica- por el retorno de envases plásticos o de vidrio sería una buena medida para ello. Tal como se está haciendo con las pilas, aceites usados, etc, en todos los supermercados debería haber contenedores para el reciclado de envases. Si los llevas contigo al hacer la compra, los dejas alli y te hacen una pequeña rebaja… creo que sería una buena forma de motivar el reciclado consciente de estos productos.

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