¿Para qué va un payaso a un hospital? Esta es la pregunta que se les hizo a un grupo de chavales de 6 y 7 años del Colegio Maristas de Segovia, y entre las respuestas encontramos las que siguen: “Para que los niños que están ingresados no se sientan solos”, “Para animar a los que están tristes”, “Para jugar con los enfermos, para que se rían y no tengan miedo”…, “Porque la risa es la mejor medicina”, “Porque con ellos los enfermos se curan antes, ¿no?”, “Porque los payasos de hospital tienen efectos secundarios”. Tienen efectos secundarios sí, “y no solo para los niños sino para toda la familia, son una inyección de ánimo y una energía extra que llega a todos porque está demostrado que hacen que la sensación de bienestar aumente y que se reduzca la ansiedad”; lo dice, orgullosa de su trabajo, Verónica Macedo –Amandina-, licenciada en Arte Dramático, profesora de clown y pedagoga, que hace quince años fundaba en Madrid -con el apoyo y el empuje de su pareja- la asociación sin ánimo de lucro y declarada de utilidad pública nacional Saniclown-Payasos de Hospital: “Éramos dos médicas, dos profesores y yo los que empezamos visitando a los niños ingresados en el Área Oncológica del Hospital Niño Jesús -recuerda-; ahora somos dieciséis profesionales y estamos presentes de manera regular en tres hospitales de la capital”.
Cuando puso en marcha Saniclown hacía tiempo que sabía que su trabajo daba resultados y era beneficioso para los pacientes que visitaban, que no solo eran niños; de hecho la primera vez que pudo comprobarlo fue con una adulta, una mujer con esquizofrenia ingresada en la UCI de un centro hospitalario de su país natal, Argentina: cuenta que entró acompañada del médico y que al salir este le contó que “estaba alucinando” porque había visto cómo a la paciente se le había normalizado la tensión -que hasta entonces tenía disparada- sin haber recibido ninguna medicación; “ella no dejaba de repetir que le habíamos curado el dolor de cabeza -tensional- y habíamos sido nosotros; mi compañero se había quedado tocando el violín a lo lejos para ayudar a crear un ambiente de relajación”.
“El Payaso de hospital se hace, pero hay que tener vocación”
El objetivo de quienes forman Saniclown no es otro que contribuir al bienestar emocional de los pacientes y de sus familias; lo explica Verónica Macedo sin poder evitar emocionarse al destacar “cómo me conmueve y me llena, cómo me alimenta como persona la fuerza de los intensos momentos vividos…, sentir esa reciprocidad y esa conexión con gente que te aporta tanta fortaleza y que te enseña tanto desde la situación de vulnerabilidad que atraviesa”. Su trabajo ha sido para ella algo claramente vocacional aunque reconoce que “te haces payaso de hospital a base de trabajarlo: se necesita vocación, talento y generosidad, pero puedes tenerlas y no estar preparada para trabajar en un centro hospitalario porque es muy duro y hay a quien la dureza de esa realidad la supera, la oscurece y la entristece”. Es lo que afirma alguien que está convencida de que todos tenemos un clown dentro pero que defiende que la profesión, todas pero sobre todo la suya, “hay que trabajarla mucho y muy a fondo”.
A lo largo de estos quince años han sido miles los familiares que les han dado las gracias por lo que hacen diciéndoles que ‘no tiene precio’ y oyéndola hablar incluso parece fácil aunque esté lejos de serlo: cuenta que, en el hospital, el clown deja aparcado el medidor de risas porque la pretensión de hacer reír “es sustituida por la de beneficiar emocionalmente a la persona transformando el malestar en bienestar, en un rato agradable y divertido partiendo de la empatía, a través del lenguaje de ese clown que no habla ni como tú ni como yo y con el que entramos en un mundo completamente diferente. Desde ese cariño y ese respeto -afirma- tu payasa consigue que surja la risa de una forma tan natural como cuando estás tomando algo con un amigo en una cafetería y te ríes; así de sencillo” -¡Así de difícil!, apuntaría yo. Aclara, eso sí, que lo que no es fácil es lidiar con la situación de dolor: “Es ahí donde resulta determinante el trabajo de los profesionales sanitarios, que te ayudan a ver más allá del deterioro del paciente, conectando con sus ganas de luchar por la vida”, muchas veces gracias a la conexión con los familiares que lo acompañan; “porque en el momento en que tengo al padre bailando ballet conmigo ataviado con su correspondiente tutú, tengo a la peque en la cama tronchándose de risa, y no porque Amandina sea graciosa o la haga reír sino por la fuerza del momento que estamos compartiendo, porque entiendo la situación y quiero darle la vuelta poniéndola patas arriba, y eso es posible con las herramientas que me da el clown”. Asegura que siendo capaz de que los familiares vivan así la hospitalización el éxito está garantizado para las dos partes, porque a los payasos “nos enriquece y nos hace crecer como profesionales y como personas”. Y es que la fundadora y presidenta de Saniclown está plenamente comprometida con su trabajo, siente que ha tenido “mucha fortuna” en su vida, y sabiendo que hay gente hospitalizada que merece lo mejor está dispuesta a todo “para tratar de hacerle más llevadero el ingreso, aportando lo que pueda para que, también en esos momentos, la vida valga la pena”.
“Podríamos ayudar a muchos más pacientes”
Llevan quince años visitando y ayudando a miles de enfermos ingresados (más de 25.000) y de familiares (alrededor 55.000) pero se quejan de que podrían ser muchos más si tuviesen ayuda por parte de las Administraciones, “porque no contamos con apoyo institucional”; cuenta que –“¡por fin!”- han firmado un convenio con la Comunidad de Madrid que, reconociendo los beneficios que aporta su trabajo, los autoriza a realizarlo (explica que no es que hasta ahora no estuviesen autorizados sino que tenían convenios con cada uno de los hospitales en los que están presentes). Esperan que este paso agilice la burocracia y les facilite los trámites con determinados organismos “que hacen que muchas veces te desesperes”.
Estas sombras no impiden que el balance que hace Verónica Macedo de la trayectoria de la Asociación sea “más que positivo”, especialmente ahora que pueden pagarles algo a sus payasos: “el equivalente a trabajar entre dos y cuatro horas a la semana, como un profesor de actividades extraescolares, lo que sirve para dignificar ese tiempo, esa entrega y ese compromiso y demuestra respeto hacia una profesión que va mucho más allá del voluntariado”; también quiere hacer hincapié en que si es posible “es gracias al esfuerzo de quienes han sido muy generosos y han trabajado -algunos siguen trabajando- gratis”. Pero recuerda con tristeza lo que le decía no hace mucho una niña de 6 años a la que le hubiese gustado que los payasos de hospital hubiesen podido visitar a su padre antes de que muriese: “Escuchar eso hace que se te parta el alma, sí, pero al mismo tiempo te da fuerzas para seguir luchando con toda tu energía para poder llegar cada vez a más personas hasta acabar logrando que esta figura se incorpore al sistema sanitario y que en todos los hospitales haya un grupo de payasos”. Es lo que piensa seguir haciendo porque no solo mantiene intacta su pasión del primer día sino que incluso se ha acrecentado.
El capítulo de agradecimientos es largo y en los lugares destacados la fundadora de Saniclown sitúa junto a los artistas -“el alma de este grupo”- a los socios –“sin los cuales no hubiese sido posible llegar hasta aquí y gracias a los cuales podemos seguir hacia adelante”- y a los patrocinadores, “que en muchas ocasiones ni siquiera quieren que se mencionen sus contribuciones”; y qué decir del personal sanitario “que nos trata con mucho cariño y respeto, integrándonos en todo -como profesionales que somos- porque supone un gran alivio para ellos poder contar con nuestro apoyo en determinadas situaciones; son personas que valoran lo que hacemos y están comprometidas con nosotros al cien por cien, que nos ayudan a conseguir dinero asistiendo a las galas benéficas y/o comprándonos y apuntándose a vender camisetas o calendarios solidarios”. Todos a una -dice- porque unos y otros perseguimos lo mismo: lograr una hospitalización más humana.
P.S. Puedes encontrar toda la información sobre la Asociación en la página web www.saniclown.org , donde también te explican las distintas opciones a través de las cuales puedes colaborar: bien con un donativo, haciéndote voluntario, socio o patrocinador (beneficiándote, además, de las correspondientes deducciones fiscales por tus aportaciones). También puedes saber más sobre los Payasos de Hospital y las experiencias que viven comprando el libro “Los mil y un latidos. Diario de una payasa de hospital”, escrito por Verónica Macedo.
Grandes!!!
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