¡Que acaben ya la autovía de la vergüenza!

Caty Gálvez y Juan Antonio Suárez -79 y 85 años, matrimonio, de Ceuta ella, soriano él- saltaron a los medios de comunicación cuando se decidieron a hacer lo que más les gusta, andar, pero en esta ocasión con una motivación reivindicativa, para sumar su grano de arena a una causa que “bien lo merece”: 115 kilómetros recorridos a pie en cuatro etapas entre Soria y la localidad burgalesa de Aranda de Duero para exigir “que se acabe de una vez” la A11, la Autovía del Duero que debe conectar Soria con la frontera portuguesa cruzando Valladolid, Burgos y Zamora, cuyo proyecto se aprobó hace la friolera de 26 años y que a día de hoy ni siquiera tiene en servicio la mitad de los kilómetros previstos, menos todavía en la provincia de Soria: “Son miles de kilómetros andados los que tenemos a nuestras espaldas y cuando nos enteramos por los medios de la Marcha Lenta para reclamar algo que es de justicia supimos que teníamos que estar ahí”, dicen. Una Marcha Lenta en coche por la N122 desde Soria y desde la localidad vallisoletana de Peñafiel hasta Aranda, avanzando exactamente al mismo ritmo que lo han hecho las obras en todo este tiempo, como explicaron los convocantes, las plataformas Soria ¡YA!, A11 Pasos, de Peñafiel, y Aranda de Duero por las Infraestructuras; pero Caty y Juan Antonio no tienen coche -no lo echan en falta, convencidos de que si lo tuviesen se habrían perdido muchas de las cosas que han hecho-: ¿Cómo lo vamos a hacer?, preguntó entonces él, y la respuesta de ella fue muy clara: pues como siempre lo hacemos, a pie. Empezaron entonces con los preparativos de una experiencia “fuera de serie, muy emocionante y que no olvidaremos nunca” por su significado, explican, y por el apoyo de la gente desde el minuto cero hasta la llegada a destino, esa Plaza Mayor de Aranda de Duero en la que al día siguiente unieron sus voces a las de las más de dos mil personas que dejaron patente su “hastío por la falta de seriedad de los distintos Gobiernos -del PP y del PSOE- a la hora de afrontar la construcción de una infraestructura trascendental para el futuro de todos los castellanoleoneses, corredor estratégico entre Portugal, la mitad norte de España y Francia”.

“Los políticos no lo quieren ver, está claro”

“Es una lástima que las obras de una infraestructura tan importante para una provincia tan abandonada como la soriana vayan a un ritmo tan lento que apenas se ven avances. No se entiende que los políticos no se pongan las pilas, a no ser que tengan tapones en los oídos y gafas de sol con cristales opacos para no escuchar el clamor ciudadano y para no ver la realidad”, se queja Juan Antonio Suárez, que en su día emigró con su mujer a Cerdanyola del Vallés “porque nos obligaron a salir de nuestra tierra para poder tener una vida digna”; una tierra a la que vuelven siempre que pueden para pasar largas temporadas. Tienen claro que con infraestructuras es más fácil que las industrias se asienten en un territorio, creando puestos de trabajo que no solo ayuden a frenar la sangría de gente joven, y no tan joven, que escapa de esa España vaciada a ciudades más grandes y con mejores servicios, sino que faciliten el retorno de muchos de los que se han ido y atraigan a ciudadanos de otros puntos del país: “¿cómo es posible que los responsables políticos no lo vean?”, se pregunta, respondiéndose a sí mismo que “está claro que no lo quieren ver porque, con el intenso tráfico de transportistas portugueses que soporta la N122, conectar el Atlántico y el Mediterráneo desde Portugal hasta Barcelona en gran parte a través de la A11 supondría un enorme salto cuantitativo y cualitativo para la industria que repercutiría, y mucho, en la economía; por no hablar de la tranquilidad que les daría a los vecinos de los municipios que atraviesa esa Nacional, que Soria ¡YA! denuncia que tiene unos índices de peligrosidad hasta cuatrocientas veces superiores a los de la media española. Destacan los organizadores de la Marcha Lenta de hace unos días que estamos hablando de más de medio millón de personas, una quinta parte del total de habitantes de Castilla y León, y de una obra declarada estratégica ya en 1993 por la propia Junta, de un eje vertebrador entre el este y el oeste de la Península, e incluso así, habiendo escuchado promesas una y otra vez, siguen sin verse avances sustanciales en su ejecución: “planificaciones fallidas, cambios de trazado, reducciones presupuestarias…, en definitiva, mentiras y promesas incumplidas”, como leían en el manifiesto conjunto en Aranda las tres organizaciones promotoras de la protesta. La autovía de la vergüenza, la llaman, cuya finalización en la provincia soriana se ha pospuesto por enésima vez, ahora hasta 2021.

“Hace falta más implicación ciudadana, sobre todo de los jóvenes”

Caty Gálvez y Juan Antonio Suárez saben que la movilización ciudadana es imprescindible para que los políticos, que se echan unos a otras la culpa de los retrasos, pisen el acelerador: “Los territorios que no tienen muchos habitantes solo les interesan cuando se celebran elecciones, para conseguir esos ‘pocos’ votos que pueden ser importantes para ellos, como refleja perfectamente la película El disputado voto del Sr. Cayo”, de Antonio Giménez-Rico, basada en la novela homónima de Miguel Delibes; pero recuerdan que quienes viven allí pagan sus impuestos igual que los que residen en grandes urbes y se quejan de que por ser pocos no pueden quedar abandonados por las autoridades. Para hacérselo ver -dicen- hay que hacer presión, por eso, conscientes del eco que ha tenido su iniciativa, no lo dudan ni un solo instante, “nos volveremos a sumar a cualquier acto reivindicativo con los ojos cerrados”. La propia Caty comentaba en Aranda de Duero que regresaría a Soria a pie si le firmaban que no se pararán las obras y que las máquinas estarán trabajando a tope: “¡cómo si tengo que irme al fin del mundo, allá que me voy”, asegura con contundencia.

Más que reivindicativos, a sus 79 y 85 años, esta pareja echa en falta una mayor implicación de la ciudadanía, no entiende cómo puede ser que haya vecinos que digan que a ellos no les interesa la A11 porque no pasa por su localidad “cuando va a repercutir positivamente en todas las provincias que atraviesa”; y el tirón de orejas se lo dan sobre todo a la juventud. Al ritmo que llevan las obras, Juan Antonio considera que será difícil que la vea terminada por completo: ¡ojalá, porque eso significaría o bien que se han puesto a trabajar con muchas ganas o que voy a vivir muchos años más”. Dice que “los que plantamos ahora el árbol no nos vamos a beneficiar de la sombra que dé; serán los jóvenes quienes lo hagan, pudiendo incluso recoger sus frutos. Por eso, en esto como en todo, es fundamental que la juventud esté ahí, levantando la voz y haciendo piña porque es de su futuro de los que estamos hablando”.

P.S. La fotografía que ilustra el artículo ha sido facilitada por la plataforma Soria ¡YA!

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