“Tienen que pisar el acelerador”

Alrededor de 3 millones de personas en España tienen una de las entre 6.000 y 8.000 enfermedades raras que se conocen, aunque muchos preferimos llamarlas poco frecuentes. El 94% ha visto interrumpida la atención de su patología en los últimos casi tres meses por la emergencia sanitaria derivada del COVID-19. Un porcentaje como para tenerlo en cuenta ¿no? Pero aún hay más. A un tercio le han cancelado pruebas diagnósticas -un diagnóstico por el que la mitad de las familias esperan más de cuatro años-, otro tanto no ha tenido acceso al tratamiento y a tres de cada diez les han cancelado intervenciones quirúrgicas e incluso trasplantes. Sin olvidar que el 70% se ha quedado sin terapias de rehabilitación, cuando hablamos de un colectivo para el que es algo fundamental. Es fácil de entender que seis de cada diez aseguren que esta interrupción de la atención ha ido en detrimento de su salud y que tres de cada diez piensen que puede haber puesto en riesgo su vida ¡SU VIDA! Son los datos preliminares extraídos de la encuesta europea Barometer Rare Voices relativos a nuestro país y dan cuenta de la dura situación que ha vivido -y aún vive- esta importante parte de la población.

El impacto de la pandemia ha sido brutal en toda la sociedad, pero para las personas que padecen una enfermedad rara y para quienes conviven con ellas ha tenido tintes dramáticos, en palabras de David Sánchez, miembro de la junta directiva de FEDER, la Federación Española de Enfermedades Raras y presidente de la asociación Retina Murcia: “Primero desde el punto de vista del nuevo coronavirus, porque la inmensa mayoría de estas patologías son crónicas y muchas afectan al sistema respiratorio cuando no son cardiopatías. Pero también por el confinamiento, sobre todo para quienes sufren trastornos del espectro autista o tienen una discapacidad visual o auditiva con las consecuentes dificultades para acceder a las nuevas tecnologías (por no hablar de lo que implican para ellos las normas higiénico-sanitarias y el distanciamiento interpersonal)”. ¿Y si a todo esto se le añade el no poder acceder a terapias, a consultas especializadas, a pruebas de diagnóstico e incluso a cirugías? Pues tenemos una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento. Por eso les reclaman a las administraciones sanitaras que se pongan las pilas.

El sistema no puede estar parado más tiempo

En FEDER entienden que esta que todavía atravesamos es una situación excepcional que nos ha pillado a todos con el pie cambiado. Son conscientes de que el sistema sanitario ha estado al borde del colapso y del enorme esfuerzo que han tenido que hacer decenas de miles de profesionales que se han dejado la piel, pero “ha llegado el momento de reactivar todo lo que ha quedado aparcado, especialmente cuando hablamos de colectivos tan vulnerables como el de las personas con enfermedades raras, porque a muchas les va la vida en ello”. Dicen que después de que muchas familias se hayan sentido abandonadas, de haberse visto solas y desamparadas, necesitan que se pise el acelerador “para sacar adelante todo lo que se ha pospuesto recuperando el tiempo perdido”.

También en lo que a investigación se refiere, porque aseguran que se han detenido ensayos clínicos en marcha. Si algo ha puesto de relieve esta pandemia es la necesidad de invertir en investigación, pero eso para ellas no es nada nuevo, llevan años demandándolo porque la investigación es su esperanza: “la mayor parte de nuestras patologías no tiene cura, muchas tampoco tratamiento -solo el 5%-; y qué decir de quienes ni siquiera cuentan con diagnóstico, con la angustia que eso genera”. Y pensando en lo que podría pasar en otoño o en invierno, piden que se implementen herramientas y mecanismos que permitan que todo lo que ahora ha quedado congelado no se vuelva a parar ni un solo día. Tampoco el sistema socioeducativo, “porque los alumnos con enfermedades raras deben contar con todos los apoyos necesarios para formarse en igualdad de condiciones que el resto”.

#invulnERables

Desde la Federación Española de Enfermedades Raras nos piden a todos que nos abramos a conocer su realidad para entender así sus necesidades. Que ampliemos nuestro punto de mira para no caer en actitudes discriminatorias. Que los escuchemos y los tengamos en cuenta para que la inclusión sea -¡por fin!- una realidad. Que quienes no tenemos una de estas patologías poco frecuentes intentemos ponernos en su piel ¿Cómo habría sido tu confinamiento si, por ejemplo, tuvieses graves problemas de visión o de audición? Escucha a David Sánchez, que tiene una discapacidad visual como consecuencia de una retinosis pigmentaria congénita.

El día a día de estos 3 millones de personas y de sus familias ya es de por sí muy dura a todos los niveles, pero las dificultades vividas en esta situación excepcional han sido extremas. La Federación -y las más de 370 entidades que la conforman- ha estado ahí porque también es parte de la familia. Y seguirá estando -como ha venido haciendo en los últimos casi 21 años- para reclamar que las autoridades cumplan con su obligación de no dejar a nadie atrás. Entre lo más urgente, además de poner al día la atención sociosanitaria y de prepararse para que no haya un nuevo parón en los próximos meses, está lograr que se mantengan las ayudas por hijo a cargo con enfermedad grave a las familias en ERTE: cuando hablamos de patologías raras, uno de cada tres hogares dedica más del 20% de sus ingresos a los gastos derivados de las mismas. El Gobierno ligó esta prestación al estado de alarma, que finaliza en quince días, y FEDER y CERMI (el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) lo instan a garantizarlas más allá: “Si quedan desprotegidas no sabemos cuánto tiempo podrán aguantar. Necesitan un apoyo del Estado”.

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