“El sinhogarismo es una realidad todo el año, no solo en invierno, y podemos acabar con él”

Sinhogarismo es, según la Fundéu, un neologismo válido que hace referencia a la condición de la persona sin hogar. “Es un fenómeno complejo que tiene su raíz en la desigualdad económica, la exclusión social, la falta de acceso a derechos básicos y la invisibilidad de las personas que lo sufren, por lo menos 31.000 en España y 400.000 en Europa”, según RAIS, que lleva casi 21 años trabajando para que nadie tenga que vivir en la calle, con la convicción de que se puede conseguir: “Nos encantaría poder acabar mañana mismo con el problema y dejar de existir como organización, pero somos conscientes de que no es tan fácil y nos marcamos como meta lograrlo en 2028”, nos cuenta Gema Castilla, su responsable de Comunicación, que asegura que es posible “si se unen voluntad política, eficiencia económica y compromiso social” como ha sucedido en Finlandia. Para ello es fundamental que el sinhogarismo “esté en el centro de la agenda de los políticos, entre sus prioridades, algo que a día de hoy no sucede”, y pone como ejemplo el Plan Estatal de Vivienda, en el que las personas sin hogar no figuran como colectivo preferente, “cuando la solución pasa por ofrecerles una casa”.

Desde RAIS alertan de que “Es necesario poner en marcha políticas públicas encaminadas a erradicarlo, facilitando soluciones reales y efectivas y no parches como las campañas específicas contra el frío que acaban el 23 de marzo: ¿Qué pasa, que ese día deja de haber gente viviendo en la calle? No, porque el sinhogarismo está ahí en todas las estaciones, año tras año”. Tampoco creen en el actual sistema de atención como solución: “no nos conformamos con gestionar situaciones de exclusión social, apostamos por el desarrollo de metodologías innovadoras y por la evaluación del impacto que nuestro trabajo tiene en la vida de las personas”.

¿Cómo acaba alguien viviendo en la calle?

El sinhogarismo no es una cuestión individual, es un problema estructural: en el hecho de que una persona acabe viviendo en la calle tienen más peso la pobreza, el desempleo, la dificultad de acceso a la vivienda y la discriminación, que las decisiones que toma a lo largo de su vida. Si bien es cierto que cada una tiene su propia historia detrás y que la práctica totalidad responde a un patrón: en un período de entre 5 y 7 años, incluso menos, han sufrido varios episodios traumáticos encadenados; la muerte de uno o varios familiares, la pérdida de los ingresos económicos, un desahucio, problemas de salud mental, una separación de pareja, etc. Eso los aboca a vivir en la calle, y eso algo que se mantiene irremediablemente en el tiempo: los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (que son de 2012, “lo que demuestra lo poco que les importa a las autoridades conocer el problema”) indican que casi la mitad lleva más de 3 años en esa situación, con todo lo que ello supone. “Vivir en la calle mata”, las condiciones de vida de las personas sin hogar hacen que su salud física y mental se vea seriamente deteriorada: la tasa de mortalidad es tres veces más alta que la del resto -más todavía si hablamos de mujeres jóvenes-, tienen 30 años menos de esperanza de vida, el 30% sufre enfermedades muy graves y el 31% ha intentado suicidarse.

Con estas cifras y porcentajes en la mano, RAIS considera urgente desarrollar proyectos que garanticen su salud y apuesta por generar espacios específicos para atenderlos: “si tienes cáncer y necesitas quimioterapia, la recuperación resulta imposible si careces de un hogar; tampoco es asumible recibir cuidados paliativos cuando padeces una dolencia crónica. Por eso, en la medida de nuestras posibilidades, nosotros les ofrecemos viviendas en las que puedan ser tratados, en las que superar la convalecencia de una operación o en las que pasar los últimos meses de vida de una forma digna”, explica Gema Castilla, añadiendo que “no tratan de suplir al sistema sanitario, sino hacer de puente entre él y las personas sin hogar”, una labor en la que echan en falta más implicación de las Administraciones. Y es que para la Fundación “es importantísimo que se garantice el derecho a la salud, también a la salud mental, un capítulo en el que en España todavía queda mucho camino por recorrer”.

Hay que abordar este fenómeno con ánimo de acabar con él

“El sinhogarismo en España se está gestionando pero no se trabaja para que desaparezca; los poderes públicos optan por poner parches o incluso tratan de taparlo, olvidando que la principal diferencia entre una persona que duerme en la calle y una que no lo hace es que esta última tiene un hogar”, por eso en RAIS defienden los albergues como soluciones de emergencia para situaciones que lo son, pero destacan que no pueden eternizarse en el tiempo como una salida “porque no lo son”: y es que, después de tantos años, “ha quedado demostrado que no han servido para erradicar este fenómeno”.

¿Por qué muchas personas sin hogar dicen no a los establecimientos colectivos? Nos explican que tres de cada cuatro plazas en albergues están orientadas a estancias temporales, en la mayor parte de los casos de apenas unos días; que estas personas cuentan con un sitio propio en la calle y que, cuando se vean obligadas a volver, probablemente lo habrán perdido. Destacan que no se les permite llevar todas sus pertenencias, mucho menos las mantas y los cartones que usan para combatir el frío; que no pueden entrar con sus mascotas, esos “amigos” que les ayudan a sobrellevar la parte más dura de la vida al raso: la soledad; que tampoco se les permite dormir en pareja, si la tienen; y que si padecen alguna adicción, derivada en muchas ocasiones de la dura situación que atraviesan, no pueden hacer uso de estos establecimientos; además, los usuarios denuncian que la violencia y los robos se multiplican. “No se les están facilitando las alternativas adecuadas, afirma, porque cuando les ofreces una vivienda -individual o compartida- nunca dicen no”. Lo han comprobado con sus programas Hábitat o Housing Led, en los que el 85% de los participantes mantiene su casa. Housing Led es un programa de casa compartida temporalmente dirigido a gente más autónoma que tiene algunos ingresos, que no ha tenido por qué pasar mucho tiempo en la calle, y que está en el último paso para ser plenamente autosuficiente. Pero de lo que están “especialmente orgullosos” es de haber puesto en marcha Hábitat, basado en la metodología Housing First, que está funcionando en Finlandia y en EE.UU., donde empezó: se les facilita una vivienda individual y apoyo personal en función de sus necesidades -gracias a un equipo que hace de enlace entre los beneficiarios del programa, los servicios sociales y sanitarios, la comunidad- y se implanta con una vocación normalizadora para que creen vínculos allí donde residen y puedan tener una vida más inclusiva. RAIS es la primera organización que lo pone en marcha en España y espera que cunda el ejemplo.

En la Fundación también ponen el acento en que la vida de las personas sin hogar está muy marcada por el paro de larga duración, siendo el empleo una de las herramientas que les puede permitir ser autónomos: “no les garantiza que vayan a salir del sinhogarismo, porque los salarios precarios obligan a muchos a seguir en la calle a pesar de trabajar, pero sí aumenta sus posibilidades de superarlo”. Y esa es otra de sus líneas de actuación: ayudarles a reincorporarse o a entrar en el mercado laboral proporcionándoles la formación necesaria o actualizando la que ya tienen; echándoles una mano en cuestiones tan elementales como elaborar un currículum y enviarlo, facilitándoles una dirección y un teléfono en los que puedan contactar con ellos, etc. Porque, víctimas de la precarización y la pobreza, se han vuelto invisibles, para los suyos y para la propia sociedad. Se quejan en RAIS de que en España siempre ha existido “una visión muy asistencialista y caritativa, cuando el problema va mucho más allá de proporcionarle a las personas sin hogar una manta, un lugar donde dormir unas noches, o de darle un par de euros”, y advierten a los poderes públicos de que mantener a una persona en la calle “es mucho más caro que ofrecerle una vivienda, el doble o incluso el triple en algunas ciudades”. Por eso les exigen “un cambio de perspectiva y que centren los esfuerzos donde deberían hacerlo”.

Luchar contra la aporofobia

El 47% de las personas que vive en la calle ha sido víctima de delitos de odio: insultos, vejaciones, agresiones físicas, violencia sexual, etc., y, en ocasiones, acaban siendo asesinados. Casi 9 de cada 10 agresiones no se denuncian y en casi el 70% de los casos los testigos no hacen nada, “algo que como sociedad debería dolernos”, sentencia Gema Castilla. Relata que no denuncian porque han perdido la confianza en el sistema, porque piensan que su palabra no vale nada y que no los van a creer: “llegan a cosificarse a ellos mismos y a verse como parte del mobiliario urbano” y, en parte, tampoco dan el paso por miedo a que el agresor vuelva para rematarlos. Cuentan en RAIS que la gente los ve como potenciales agresores cuando la mayoría de las veces son las víctimas y piden ahondar en el trabajo de sensibilización de la ciudadanía, recordando que “un porcentaje muy alto de las agresiones las protagonizan jóvenes que están de fiesta”; demandan que se reforme el Código Penal para que se considere la aporofobia (el miedo al pobre y desamparado por el mero hecho de serlo, que degenera en odio) una agravante y así se incrementen las penas. Recuerdan que el Senado dio luz verde hace unos meses por unanimidad a la toma en consideración de una proposición de ley de Unidos Podemos en esa dirección que ahora se tramita en el Congreso, y reclaman además una Ley Integral contra los Delitos de Odio que tenga en cuenta al colectivo de personas sin hogar.

“Es un trabajo de toda la sociedad en el que, por supuesto, hay que incluir a los efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que deben transmitir la confianza necesaria a quien vive en la calle para que no dude en acudir a ellos cuando los necesite”. RAIS lidera el Observatorio HATEnto de delitos de odio contra las personas sin hogar y ha creado una oficina virtual para que víctimas y testigos denuncien, para visibilizar el problema. La Fundación pone también énfasis en la importancia del lenguaje que se usa “porque en el imaginario colectivo no figura persona sin hogar sino vagabundo, indigente o mendigo, a pesar de que el porcentaje de mendicidad es muy bajo. Son etiquetas que no solo no describen su realidad sino que los culpabilizan de su situación y les quitan la dignidad que todo el mundo merece”, y llama a hacer fuerza en el lenguaje hablando de sinhogarismo para dejar claro que “es un problema estructural, no individual”.

En RAIS saben que el recorrido que les queda por delante es todavía largo y que ellos solos no pueden recorrerlo, “porque acabar con este fenómeno es un esfuerzo colectivo”; de ahí que, agradeciendo el apoyo de todos los que colaboran con ellos, hagan una llamada a que se les unan cada vez más. Dicen que en 20 años su trabajo ha cambiado porque han ido logrando avances, pero consideran “una muy mala noticia” que dos décadas después haya gente que ha empezado con la Fundación y sigue teniendo vínculos con ella. Una aclaración: a quienes les preguntan si con el estallido de la crisis atienden a más personas sin hogar les responden que “la gente que vive en la calle ya estaba en crisis antes de la crisis”.

P.S. Puedes firmar ahora su petición para conseguir que nadie viva en la calle en www.raisfundacion.org/encerrados, porque por lo menos 31.000 personas viven en España “encerradas en la calle por la indiferencia, la desigualdad y el odio”.

La fotografía es de ©Jordi Vidal, y en ella aparece, la segunda por la izquierda, Macarena, que vivió más de 20 años en la calle, acompañada de una amiga y de dos compañeras de RAIS.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s