“Consumiendo estamos votando”

Decepcionante. Es el adjetivo que más se ha repetido entre los participantes, y entre buena parte de la población, a la hora de valorar los resultados de la Cumbre del Clima más larga de la historia, la COP25, celebrada del 2 al 15 de este mes en Madrid. También en lo que se refiere a la demanda de que se aborde la crisis climática garantizando la justicia comercial, porque desigualdad y crisis climática están intrínsecamente relacionadas -igual que las soluciones- y los pequeños agricultores del planeta -alrededor de ochocientos millones- tienen que estar en el centro de las negociaciones para mitigarla y adaptarse. Esa es la reclamación que llevó a la cita el Movimiento Mundial de Comercio Justo, que habla de “acuerdo de mínimos” y de “patada para adelante”, posponiendo las decisiones críticas, como mínimo, hasta la COP26 de Glasgow. Juan José Martínez, presidente de la sección europea, lamenta que los Gobiernos no hayan hecho ni una sola alusión a las formas de producir, comercializar o consumir que los comprometa a algo concreto, “ni tan siquiera un intento de incluirlas”.

De lo que sí están contentos es de la resonancia que han tenido los temas relativos al cambio climático en general y las propuestas que ellos han defendido, así como del interés de la gente “que era la parte que nos tocaba”. Ahora de lo que se trata es de seguir insistiendo para que el mensaje llegue a las esferas de decisión, a los Ejecutivos, “y estos sean sensibles a lo que una proporción cada vez mayor de ciudadanos demandamos”. El mensaje de que hay un modelo agrícola y comercial basado en plantaciones a pequeña escala, más respetuosas y compatibles con el plantea y que benefician a una mayor cantidad de familias campesinas, frente al que se está primando, que genera efectos negativos en el medio ambiente por la emisión de gases de efecto invernadero, por el agotamiento de los suelos y de los acuíferos, por la tala de la biodiversidad -en zonas como la selva amazónica-, con la ocupación de cada vez menos mano de obra, en condiciones en muchos casos lamentables.

“Los Gobiernos tienen que dar pasos ya”

Dice Juan José Martínez que “si contaminar sale gratis, el modelo de agricultura extensiva juega con mucha más ventaja, y es ahí donde nos vendría muy bien un pronunciamiento claro por parte de las autoridades”. Explica que si en un acuerdo comercial entre bloques -de la UE con Mercosur o de la UE con países africanos- imponen aranceles a aquellos productos procedentes del modelo dañino con el medio ambiente pero no a los que proceden del modelo más sostenible, estarán sumándose a la defensa del planeta y de quienes son más vulnerables y sufren con más dureza los efectos de una crisis climática que no han provocado. No hacerlo “significa darle oportunidades, apostar por un modelo insostenible que antepone el lucro al bienestar de las personas y del planeta, agravando aun más la crisis”. No le consta que la Unión Europea tenga algún acuerdo comercial con países en desarrollo que siga esta filosofía y asegura que hacerlo supondría contar con políticas públicas verdaderamente orientadas a fomentar la agricultura sostenible y ecológica.

Afirma que lo mismo sucedería si aprobasen normativas que obligasen a las grandes corporaciones, sobre todo transnacionales, a demostrar que su cadena de aprovisionamiento no está generando efectos negativos para las personas ni para el entorno. ¿Y por qué no primar a aquellas que den pasos que demuestren un mayor compromiso? -se pregunta el presidente de la sección europea de la Organización Mundial de Comercio Justo-, al tiempo que destaca que las grandes compañías saber leer perfectamente las preferencias de los consumidores y las oportunidades de mercado: “De hecho, las hay que van incorporando prácticas mucho más sostenibles no porque sean oenegés sino porque están viendo que existe una mayor sensibilización con este tema y eso las lleva a reaccionar”.

“Son los consumidores los que priman uno u otro modelo”

Recuerda que en democracia votamos cada cierto tiempo para elegir a nuestros representantes y nos pide que seamos conscientes de que “lo que hacemos continuamente es consumir, y consumiendo estamos votando, estamos haciendo que prime un modelo de producción y comercialización u otro.

Sabe que es necesario que el mensaje llegue al mayor número de consumidores posible, para que se den cuenta de que nuestras formas de producir, comercializar y consumir tienen que ser más sostenibles y más justas para las personas. Para él es evidente la opción que deberíamos elegir, pero es consciente de que al final los consumidores deciden en función de la información tienen, por eso asegura que el movimiento mundial de Comercio Justo está dispuesto a redoblar sus esfuerzos para que entendamos todo lo que implica. Su experiencia le ha permitido constatar que cuando lo conocen, ven lo que supone y tienen los productos al alcance de la mano, optan por ellos: “Porque además de todo lo que hay detrás son buenos, de calidad y, aunque más caros, el precio no asusta”. Aclara en cualquier caso que si cuestan más es porque se les paga a los productores mucho más de lo que ganarían comercializándolos en el mercado convencional: “Y no pensamos cambiar eso, porque nuestra razón de ser es que puedan vivir dignamente de su trabajo y porque nosotros sí les pagamos para que su actividad no cause efectos tan negativos en el medio ambiente”.

Cree que en el caso de la ciudadanía es ese desconocimiento el que puede estar haciendo que se decante por un modelo económico insostenible medioambiental y socialmente. En el caso de los Gobiernos -dice- no es excusa.

P.S. El vídeo ha sido realizado por la Coordinadora Latinoamericana de Pequeños Productores y Trabajadores de Comercio Justo (CLAC).

P.S. La fotografía que ilustra el post es de Fairtrade International

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